jueves, octubre 31, 2013

Absentismo


Desde la quietud “necesariamente” indeseada por un equipo médico, en una sala de emergencia sin pacientes, así escribo hoy desde mi escritorio; a las puertas de una parada general, por falta de materia prima en todo el sector industrial.  Las causas obedecen a un cuello de botella del tamaño de nuestro Salto Angel (por su caída descomunal) y dicho sea de paso, el más grande  que hemos conocido en la industria y cuyo nombre de solo escucharlo; nos causa terror, CADIVI.  Aún cuando el verdadero fondo de todo esto es el desangramiento de uno de los países más ricos del mundo, desde el punto de vista de sus recursos  naturales renovables y no renovables.

¿Cuántos como yo vamos a salir por un tiempo indeterminado?

¿Cuántos, como espero yo, podremos regresar a nuestros trajines diarios y avatares?

Entre triste y desolada, acostumbrada a la adrenalina de los implacables tiempos, las restricciones y los cambios en los programas de los clientes, hoy me siento:  sola, literalmente, en mi silla y sola…   Sin retos, sin jugadas mentales  para ganarle tiempo al tiempo.  Sin mis ejercicios de respiración y de masajes faciales para alivianar el stress.

Esto de estar detenidos en el tiempo,  para una persona como yo,  es un distrés violento, asesino. Esto que siento, solo guarda relación con esa tensa calma que se siente, minutos antes de que cierren el féretro de un ser querido, poco antes de darle sepultura.

Puedo sonar, dramática con el símil, pero la soledad que se respira en el medio es aplastante.

Yo quiero el barullo del progreso, yo quiero el desorden de la orden de un cliente que quiere hoy,  algo opuesto a lo que pidió ayer.  Yo quiero el afán de una carrera y el reto de ver como la gente se esfuerza por llegar al objetivo haciéndolo cada vez mejor pero distinto.

Hoy, no hay errores, ni indicadores, ni presupuesto, ni un futuro diferente al de un pan vejuco y duro.

Sin duda estamos a las puertas de algo…  Solo que esta inercia no me deja ver con claridad.  Porque yo solo veo a través del tráfico y el congestionamiento.  Benditos ojos míos, que con un horizonte despejado de obstáculos, no es capaz de mirar más allá.

Cuando cambio a la poesía por mis problemas… se mueren los poemas y surge la desidia.

Apelo a mi paciencia y a una copa de vino…



Carmen Teresa Macareño Aisse

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