.
Aspiras el aire que te arropa la cara, como robándole,
infértilmente, su espacio. Pero él se vuelve a llenar, de la misma
manera que te llenas de él, contando hasta cuatro. Sin pausa pero a un ritmo inquebrantable, lo expulsas viciado; pero con el mismo ímpetu y
ritmo con el que te lo robaste, siempre contando hasta cuatro.
Pulmones que se ocupan y se vacían, mientras el abdomen se hincha y deshincha de una manera impecable en tiempo y espacio.
Divina savia carmín que se apodera del aire y que con él: alimenta, transporta y recoge.
Repites mágicamente esta receta de vida, de una manera inconsciente pero inexcusable; hasta dar con el primer elemento perturbador de tan mágica cadencia: el despertador, tus caricias tempraneras, y nuestros pendientes.
Para entonces, habrá de romperse el ritmo, alcanzando a contar quizás, hasta uno; y mi sangre transportará mucho más que aire, transportará eso que yo llamo amor, y que algunos llaman Luliberina.
por Carmen Teresa Macareño Aisse
.
"No somos seres humanos con una experiencia espiritual. Somos seres espirituales con una experiencia humana." Pierre Teilhard De Chardin
No hay comentarios:
Publicar un comentario