Rodilla sobre rodilla
mecía la pierna izquierda,
y mientras mas lo recuerda
mas la mirada le brilla.
Y con la inquieta canilla
al compás del secundero,
se prendía el candelero
por ser la novena noche,
de ausencia, farra y derroche
de su amado "El Enfermero".
Ella fué hasta el hospital
donde el tipo laboraba,
y el susodicho no estaba
no habían pelos ni señal.
Y al primer canto del gallo
se aparece el compañero,
callandito y embustero
figiéndole hasta un desmayo.
Y ella estalla como un rayo
enardecida y violenta,
le grita: YA NO ME MIENTA!!!
aplicando "un alicate",
con su casero Karate
se desquitaba la afrenta.
Desde ese día la señora
le ha cosido un GPS,
en los calzones de ese
pa'chequearlo hora a hora.
EN FIN...!!!
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