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Cuando se da el silencio en este tono:
bruno, tempranero, apenado, ciego;
se da también el blanco pliego
de la sonrisa mansa del abandono.
Y el “érase una vez” de aquel gran trono
de fuerza y altivez y magno fuego;
fue renunciando a todo, incluso al juego
volviéndose cenizas con encono.
No te atrevas a alzar voces de gloria
la brisa habla del sol y sus boronas,
desplegadas al cielo cada tarde
para que el alba siempre en dulce alarde
le muestre al sol la vuelta y sus coronas
que brindan vida y luz en su memoria.
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Carmen Teresa Macareño Aisse
Valencia, enero 27, 2014
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La hoz afilada tan fina segaba lo mismo la espiga que el último sol de la tarde.
Carlos Pellicer.
Carlos Pellicer.
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