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Lluéveme los besos que dijiste,
dime dónde y cuándo
podemos llevar a cabo la ceremonia
sin formas ni rígidas agendas.
sin formas ni rígidas agendas.
Volvería a mojarme por ti,
correteando entre carpas
y libreras mariposas,
buscando una guarida en tu donde.
Recordaremos la tarde aquella
en que cómplice,
la lluvia de tanto mojarnos
nos secó el hastío.
El pretexto de un libro,
la fiesta de una feria
o el texto contenido
en cúmulos de letras
que nos dicen tanto.
Vuelve la tarde a enseñarnos sus dientes de lluvia,
mientras pongo sobre ella –imaginándote- las manos y los ojos…
Y siento que me lleno de una inefable luz. Preludio de un encuentro.
Esta llovizna empapa tus mejillas,
no llevo paraguas,
no lo uses tú.
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Por Jesús Peñalver
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En el feudo del alma habrá lluvia de cielos.
Lluéveme tal como soy...
Carmen Teresa Macareño
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Después de la llovizna...
ResponderEliminarAlabado el espacio que me has dado,
un jardín para mí que ha florecido...
un lugar como nunca había tenido,
donde encuentra el verso su mejor lado!!!
Si verso alguno ahora cultivado,
el dulce gesto para él ha sido...
así, no más, juglar comprometido,
con el glorioso numen admirado!
Y más allá del viento y de la brizna,
no solo besos lleva la llovizna,
al momento aquel, más apetecido...
en que dos lluvias al juntarse mojan,
dos almas, cuatro labios se sonrojan,
y un verso que en su nido protegido.
Los Caobos, último día de setiembre de 2013
EliminarComo llovizna, muy suave, así leve
para arrullar del árbol su conciencia,
más allá de sus hojas en su esencia
donde cobra el color magno relieve.
Así surge la magia que se atreve
a extinguir la distancia y su eminencia,
porque el cielo y la tierra en su apetencia
logran ser uno solo mientras llueve.
Una vez agotada aquella magia
un cortejo de aves se contagia
y replica en su voz cuando se escampa,
jugando a extender la dulce estampa
o quizás festejando ese amor puro
que se esboza en verano y a futuro.
Por Carmen Teresa Macareño
(cuando octubre se inaugura)