La esperanza hay que asolearla
lo mismo que a los bebés,
porque aún sin querer tenés
que entre la gente pasearla.
Imagínate la charla
de tu esperanza y la de él,
o la mía y la de aquel,
intercambiando confianzas
e ilusiones que en sus danzas
salpican a flor la piel.
Por Carmen Teresa Macareño
lo mismo que a los bebés,
porque aún sin querer tenés
que entre la gente pasearla.
Imagínate la charla
de tu esperanza y la de él,
o la mía y la de aquel,
intercambiando confianzas
e ilusiones que en sus danzas
salpican a flor la piel.
Por Carmen Teresa Macareño
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Samuel Smiles
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