.
Tu mar de
sangre caliente
hunde en mi
vientre al navío
de tu
portento, amor mío
reclamando un
fondo urgente.
Y dibujas en
tu frente
profundas marcas
de gozo,
mientras pasea
alevoso
tu deseo de
hurgar linderos
al ritmo de
mis “tequieros”
entre exhausto
y tumultuoso.
.
Es la hora en que me quedo solo y, mientras los demás duermen, abro el cajón donde guardo mis tesoros. Contemplo tus zapatillas, el pañuelo, tus cabellos, el retrato, releo tus cartas y aspiro tu perfume almizclado. ¡Si supieras lo que siento!
Gustave Flaubert.
Maravilloso.
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