Agradecimiento, un exceso permitido...

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Allá en Los Caobos hay madera fina
para amoblar un mundo de ilusiones,
y un ebanista pule corazones
mientras la nota del amor se afina.
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En un bolsillo él esconde una mina
y en el otro grandes constelaciones,
brotan y brillan sueltas sus canciones
en este espacio que a versar se inclina.
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Y para darle un cierre de soneto
quise dar rienda suelta a mis oncenas,
que se me han vuelto catorce azucenas
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para decirte nuevamente gracias 
por apartar al mundo y sus falacias
en este hermoso vuelo sin boleto.

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Para Jesús Peñalver 

De Carmen Teresa Macareño 

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