Cuando he pensado en virar
una mudanza comienza
y sin que el miedo me venza
me dispongo a inventariar.
Uno a uno enumerar
todos mis sueños sagrados
y profanos no alcanzados
para desistir de algunos
lejanos e inoportunos
que deben ser postergados.
.
Pero llegado a ese punto
de tener que posponer,
se comienza a anteponer
un sentimiento "disyunto".
Y se reposa el asunto
de mudar o de seguir,
porque es duro decidir
cuando el corazón insiste,
y me enreda en un despiste
de tin tines al latir.
.
Y unos collares de llanto
se deslizan por mi cuello,
por recordarme lo bello
de sueños que añoré tanto.
Un quejido sacrosanto
sale como de mi ombligo,
mudas pruebas, fiel testigo
que no me quiero mudar,
que aquí me voy a quedar
hasta que vuelvas conmigo.
.
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