domingo, marzo 18, 2012

El beso que no le di.-



Mis muñecas le rodeaban
su cuello sin mas reparo,
las suyas eran amparo
que en mi cadera posaban.
Nuestras mejillas rozaban
al son que dictó la fiesta,
y un susurro manifiesta
una letra dedicada,
con la intención descarada
de seguir después de ésta.

Y así nos dimos las horas
con el pretexto del baile,
renunciando como el fraile
a bebidas pecadoras.
Sus cadencias corruptoras
con rítmico frenesí,
hicieron nacer en mí
la sensación palpitante,
de que aquel baile exitante
fue el beso que no le dí. 


El baile es escultura en movimiento.   Sorrell

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