¡Cuánto futuro detenido en rojos hilos silenciados!
Una quiceañera asesina los sueños y los soles.
El oscurantismo es de oro negro y sabe a muerte.
Alguien negocia en nuestro nombre, nuestros hombres.
El verde miseria atufa a ruindad.
Quien era, fue el padre. Su podrido heredero piensa en blanco
y obra a oscuras, tras un martillo y su hoz de horror.
-¡Nos asfixian, nos están matando!-
Un tricolor va colmando calles y conciencias hermanas.
Ya nada es como antes.
Ya nada es la nada.
El perfume a libertad y los colores del pobre en su choza
se corresponden y suena la sangre en las venas.
Despertó el gigante, el poderoso, el soberano.
Una mina descubierta entre bosques de concreto y corazones en reposo.
-"¡Gloría al bravo pueblo!"-
Por Carmen Teresa Macareño
(Si hay algo que quieras saber sobre Venezuela, debes salir a la calle, ese es nuestro único medio de comunicación vigente)
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