Las libélulas pilotos
despachan en carta expresa,
besitos de sobremesa
a comensales remotos.
Y dos sapitos devotos
marcan el ritmo en la alberca,
porque ya se siente cerca
la hora de doña luna
y su plateada fortuna
cuando a la costa se acerca.
despachan en carta expresa,
besitos de sobremesa
a comensales remotos.
Y dos sapitos devotos
marcan el ritmo en la alberca,
porque ya se siente cerca
la hora de doña luna
y su plateada fortuna
cuando a la costa se acerca.
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La hora de la merienda
la señala el relojero,
que también es panadero
y dueño de la molienda.
Con maiz marca la senda
y en cada cuadra reposa,
o mejor dicho nos posa
un hermoso espantapájaros,
donde hacen nido los pájaros
con los pétalos de rosa.
la señala el relojero,
que también es panadero
y dueño de la molienda.
Con maiz marca la senda
y en cada cuadra reposa,
o mejor dicho nos posa
un hermoso espantapájaros,
donde hacen nido los pájaros
con los pétalos de rosa.
~
Y una lluvia de corolas sobre la pulga y el piojo,
cantan en dulce deshojo
el Ave Maria en cabriolas.
El aire se presta en olas
para tocar la azucena,
y robarle en esa escena
su fragancia de princesa,
tras tocarla ella lo besa
mientras la luna se llena.
~
Por Carmen Teresa Macareño
~
Pinto de mi memoria las impresiones de mi infancia.
Edvard Munch
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