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Para bañarme en las aguas
llanitas de su mirada,
donde instalo la morada
de las más intensas fraguas.
Allí se pliega el paraguas
para que mi piel reúna
la humedecida fortuna
del nimbo y su gran bolsillo
revelando el arponcillo
con que se pezca la luna.
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Por Carmen Teresa Macareño Aisse
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inspirada en el cuento
"¿Cómo se pezca la luna?"
de Juan Irigoyen
Me lo prestas. Te prometo la devolución de tan delicado instrumento. Arponcillo afilado, sigiloso, que espera lunas y pieles, estrellas y labios para enhebrar con paciencia y esmero.
ResponderEliminar"A veces cruza mi pecho" ese arponcillo travieso... Busca el cielo caza luna y rompe el suelo en la laguna.
EliminarCuídate de él, muchacho y si logras alcanzar la luna y su piel de seda, regálame tú un pedazo de su hermosura plateada.