A dos manos un ocaso

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Tan fácil como desatar un lazo,
gorrión que vuela abandonando el nido,
como el amor que nunca se ha tenido
sin dejar siquiera, de amor retazo.
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Tan simple como emerge el desabrazo
de un resignado cielo a un sol caído,
y darle paso a aquel fulgor fingido
por una reina luna tras ocaso.
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Tan clara y libre gota de un rocío,
o el nado suelto de un delfin, tal vez,
ruta de hormigas al dulce gritan: -MIO!
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la dama encinta espera al otro mes.
un sueño roto siempre será un vacío,
fingir llenarlo, no es fácil, no lo es. 
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Por Carmen Teresa Macareño
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Si espero perderé la audacia de la juventud.   
Alejandro Magno