Lo que no decimos tiene
leve sabor a vergüenza,
que cuando menos se piensa
puede ser que hasta envenene.
Pobre pues del que se abstiene
de gritar a viva voz,
su deseo más atroz
o sus sueños anhelados,
y encontrarlos aplastados
en la suela de un adios.
leve sabor a vergüenza,
que cuando menos se piensa
puede ser que hasta envenene.
Pobre pues del que se abstiene
de gritar a viva voz,
su deseo más atroz
o sus sueños anhelados,
y encontrarlos aplastados
en la suela de un adios.
Hay amor propio en el amor como hay interés personal en la amistad. George Sand
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