Ojos que gritan amor
y lo danzan en sigilo,
sobre una daga y su filo
para hundirla sin pudor.
Un deseo abrazador
incendia un cuerpo baldío,
que en tantas horas de frio
ha borrado el cortafuego
de dos bocas que hacen juego
como una playa y su rio.
Es hora de darse todo
lo que se tienen guardado,
asienten dejando a un lado
la sensatez y su lodo.
Y disparan a su modo
balas con sabor a piel,
abonando aquel vergel
a cuatro manos perdidas
rencontrándose atrevidas
con caricias en tropel.
Era una guerra avisada
con dos cuerpos por trinchera,
una pelea callejera
que nació de una mirada.
Pecho con pecho clavada
la pasión les hizo un cielo,
y abandonaron el suelo
y con el suelo el ayuno,
para convertirse en uno
los compañeros de vuelo
"No había que buscar: tu sueño era mi sueño." Pedro Salinas
y lo danzan en sigilo,
sobre una daga y su filo
para hundirla sin pudor.
Un deseo abrazador
incendia un cuerpo baldío,
que en tantas horas de frio
ha borrado el cortafuego
de dos bocas que hacen juego
como una playa y su rio.
Es hora de darse todo
lo que se tienen guardado,
asienten dejando a un lado
la sensatez y su lodo.
Y disparan a su modo
balas con sabor a piel,
abonando aquel vergel
a cuatro manos perdidas
rencontrándose atrevidas
con caricias en tropel.
Era una guerra avisada
con dos cuerpos por trinchera,
una pelea callejera
que nació de una mirada.
Pecho con pecho clavada
la pasión les hizo un cielo,
y abandonaron el suelo
y con el suelo el ayuno,
para convertirse en uno
los compañeros de vuelo
"No había que buscar: tu sueño era mi sueño." Pedro Salinas
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