Ya nacer es un gran logro.
Sobrevivir a tan enigmático acto
es razón de aplausos, flores,
mimos y ternura.
O tal vez de soledad, vergüenza,
acusaciones y desprecios.
Sea cual sea la cara de esa
maravillosa moneda que es venir
hasta acá para rotar y trasladar
días y años enteros;
debe llenarnos de sueños,
de ensueños, de empeños.
En medio de esos días,
a través de esos años;
vamos dejando y nos van dejando.
Nos convertimos en almacenes de
emociones, de recuerdos, de silencios
y de gritos; de verdades y de cuentos.
Mucho de ese inventario; que ni nos pertenece, no llega a servirnos más adelante. A veces está allí solo para recordarnos lo que fuimos o lo que no quisimos ser.
Y si en un alarde de orden y limpieza, le damos rienda suelta a una tijera y a una escoba.
Comienza la guerra más grande que jamás habrás librado. La guerra del deslastre.
En esa contienda de valores, de principios y finales: lanzamos por la borda
lo más pesado, lo menos osado, lo más burdo y aquel absurdo.
Un nuevo cielo se abre ante tí. Te elevas, realmente te elevas y eso que otros miran que parece feo,es el triste evento de haber sido reo. Porque hoy serás pluma o tal vez velero
-Y después?
-Después qué?
Después de ser la pluma y el velero
serás voz firme de un nuevo "no quiero".
O quizás el dedo que se alce primero
para deshacerse de otro basurero.
En fin lo que miran como destrucción
es solo un capricho de corta intuición,
pues es el comienzo de nuevo blasón,
de una nueva causa y novel corazón.
~
Por Carmen Teresa Macareño Aisse
~
Distinta de un pez, mi alma se desliza sin agallas. Yo canto sobre un suspiro.
Akiko Yosano