Son
tantas pérdidas juntas…
Todas
irremplazables, todas necesarias para la patria, todas importantes para los que
estamos y seguimos aquí.
Estos 15 años se han robado muchísimas cosas
valiosas:
·
Nuestra paz colectiva… Esa
que solo era invocada en un Caracas-Magallanes en medio de una fuerte discusión
por un dudoso out.
·
La seguridad de volver salvos a casa… De
despertar cada mañana y quejarse de la rutina y del café frío o de un: “-¡siempre
arepa, naguará!-”. Esa de planificar un
lunes, la salida a la playa del próximo sábado, con la seguridad de que se
daría; a menos que se enfermara la suegra o el sobrino.
·
El derecho a la propiedad privada… Aún
guardamos ese orgullo de pertenecer o querer pertenecer a la mejor industria de
la región. Y luchar profesionalmente por las metas, con
todas las capacidades y con la motivación rebosante.
·
El pluralismo y el relevo en el poder…. Nos
sobran los dedos de una mano para contar a los ex presidentes venezolanos que
aún viven.
·
Libertad de pensamiento y de expresión…
Radio Caracas Televisión y Globovisión, por nombrar dos ejemplos que se
explican solos
·
El talento venezolano… Y
aquí si quiero detenerme porque nos toca duro hoy con tu partida (inesperada y
dolorosa para mí). Porque siento que se
va una esperanza más de que esto se acabe pronto.
Si,
con cada venezolano que se marcha del país, se lleva con él la esperanza de los
millones que aquí nos quedamos. Algunos
de manera inconsciente no lo advierten, y se refugian en el cliché: “no hace
falta el que se va”… Pero en el fondo,
si escudriñan su frustración se darán cuenta, que no solo hace falta, sino que
además, como el hijo muerto, es irremplazable.
Su porción de oxígeno, de patria, de indignación “in situ”,
sus ideas, sus críticas, sus quejas, sus lágrimas, sus insomnios, su porción de
oscuridad en los apagones, su pedazo de anaquel vacío, pero también su
“ñinguita” de sol y cielo bajo esta aún hermosa tierra. Su pedazo de “Gloria al Bravo Pueblo” cada 6
y cada 12 del reloj. Su kilo de queso churuguara
o crineja para rellenar esa arepita que solo aquí nos sabe a arepa.
Yo no
me acostumbro a decir adiós…
Y no
quiero que esto que hoy nos une, sea una despedida…
Somos como aquella copla
la de “La Pulga y el piojo”
que cuando no falta el ojo
falta la boca que sopla.
Me siento como en manopla
resguardada pero inútil,
sin articular un fútil
movimiento que encadene
la libertad que conviene
a esta patria noble y útil.
~
Este equipo de personas
que seguimos siendo todos,
supo conseguir los modos
y llevarse las coronas.
Cual miran las solteronas
a las bellas casaderas,
así nos miran las fieras
del mercado y de Geandina
porque tenemos la mina
“piedra, papel y tijeras”
~
No termina todavía
tu trabajo aquí, José
y yo realmente no sé
como haremos,
cofradía.
Tendrá que llegar el día
de cristalizar proyectos,
y renovar los afectos
desde el campo de batalla
que no es otro que la talla
de esta cuerda de imperfectos.
~
(*) Vas a
pagar sobrepeso
este viernes cuando vueles,
porque te llevas los fieles
afectos que hoy te profeso.
Te deseamos en exceso
salud, éxito y constancia;
Dios quiera que la distancia
te duela como a nosotros
y regresen como potros
de esa pitiyanqui estancia.
~
Por
Carmen Teresa Macareño
Para
el señor José Yepez.
(*)
Así como dijera Ricardo Montaner a
Maria Corina
cuando viajaba a la OEA;
que
pagaría sobrepeso en su equipaje porque
se
llevaba el corazón de 30 millones de venezolanos.
~
Me he dado cuenta de que estar con los que uno quiere es suficiente.
Walt Whitman
~
Valencia, Edo. Carabobo, Venezuela
Marzo 25, 2014